A pesar de las campañas y las intervenciones mediáticas sobre públicos específicos, el hábito de fumar se sigue expandiendo entre los jóvenes y adolescentes como una epidemia. Muchos adolescentes abrazan el cigarro en señal de rebeldía, otros para ponerse a tono con el grupo o porque ansían sentirse mayores, pero lo cierto es que una vez enganchados, es difícil bajarse del carro, aunque digan lo contrario.
Se ha comprobado, además, que los fumadores presentan altos niveles de lipoproteínas de baja densidad y bajos de alta densidad, situación asociada con la aparición de la arteriosclerosis, mal agravado por la circunstancia de que la sangre de los fumadores tiende a coagularse más fácilmente como resultado de los cambios inducidos por la nicotina en el funcionamiento de las plaquetas, componente coagulador de la sangre.
Claro, que si la nicotina fuera solo tan mala como la describimos quienes le hacemos la guerra no habría tanta gente engatusada. El asunto es que también tiene efectos significativamente positivos sobre el sistema nervioso central como son la sensación de placer que reporta, así como su participación en la disminución del disgusto, la tensión y el estrés. Tiene también una importante acción de activación cortical, especialmente con los primeros cigarrillos del día, que relajan y activan a la vez.
Pero estos son solo señuelos que seducen y atrapan, para pasarte la factura unos años después, cuando ya eres un chico o chica a quien no le importa la tos, los dedos y dientes manchados ni el carcoma que podría estarte devorando las entrañas.
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Buenas noches.
ResponderEliminarEs una verdadera lástima de que todavía sigan muchos jóvenes enganchados al ínsaludable hábito del tabaco.
Un saludo.